Documento de posición del Grupo PPE sobre Ucrania

24.11.2022

Documento de posición del Grupo PPE sobre Ucrania

Ukraine (119040)

QUÉ SE NECESITA PARA LA VICTORIA DE UCRANIA Y PARA LA UNIÓN: UN PLANTEAMIENTO SISTÉMICO

La guerra de Rusia contra Ucrania dura ya más de medio año. A pesar de todos los esfuerzos del Kremlin por alcanzar la victoria, los ucranianos, con la ayuda de Occidente, están exhibiendo no solo un valor extraordinario y unas asombrosas destrezas militares, sino que también están haciendo añicos la percepción general que se tenía del conocido como «poder militar de Rusia», que la propaganda de este país se encargó de fabricar antes de la guerra.

El éxito ucraniano obedece también a la capacidad de Occidente de movilizar sus esfuerzos para ayudar a Ucrania. Se entregó a Ucrania ayuda humanitaria, militar y financiera; Occidente sincronizó su respuesta imponiendo a Rusia, desde el mismo comienzo de la guerra, sanciones dirigidas a abordar las necesidades específicas que requería la situación.

Por ahora, Rusia está sufriendo nuevas derrotas militares en Ucrania, una tras otra. La respuesta a la desesperada de las autoridades del Kremlin se manifiesta en nuevas iniciativas vergonzosas: falsos «referéndums» en cuatro regiones de Ucrania y una declaración absolutamente ilegal del Kremlin por la que se anexiona esas regiones; movilización militar masiva en Rusia, que ha provocado que cientos de miles de hombres hayan huido del país para evitar el riesgo de ser llamados a filas; ataques con misiles rusos contra infraestructuras energéticas civiles ucranianas;  las amenazas expresas del Kremlin de ataques con armas nucleares tácticas contra Ucrania y una petición de entablar negociaciones de paz, pero bajo las condiciones rusas.

Ucrania demuestra que no tiene miedo a ninguna de esas medidas desesperadas del Kremlin.  Ucrania sigue reforzando sus posiciones en el campo de batalla y en la escena geopolítica internacional: recientemente, solicitó su ingreso en la OTAN sin demora y sin trámites intermedios.

A pesar de las recientes y destacadas victorias militares de los ucranianos en las regiones de Járkov y Jersón, y de las esperanzas en torno a una pronta finalización de la guerra, aún es posible que el conflicto se prolongue durante más tiempo, hasta bien entrado 2023 y posiblemente más allá.

Tanto en Ucrania como en Occidente (incluida la Unión), existe la opinión extendida de que la guerra continuará hasta que Ucrania venza y el ejército ruso sea derrotado. Ucrania posee todo el derecho a decidir cuándo y cómo declarar la victoria y cuáles serán las condiciones de la capitulación de Rusia y del acuerdo de paz. Por ello, es evidente que el momento en que tenga lugar el fin de la guerra depende únicamente del apoyo militar (entregas de armas) y financiero de Occidente a Ucrania.  Sin embargo, para que la Unión entregue lo que se necesita, nosotros, como miembros de la Unión, tenemos que entender que esta es también «nuestra» guerra, porque solo si empezamos a tener consciencia de ello, comenzaremos a movilizar nuestros recursos hasta el nivel exigido para alcanzar «nuestra» victoria en «nuestra» guerra.

Resulta muy obvio que este es el momento indicado para que la Unión se aleje de las decisiones ad hoc orientadas a atender las necesidades específicas de la situación, como pudimos comprobar muy al principio de la guerra. Tenemos que avanzar hacia políticas y decisiones sistémicas y estratégicas a largo plazo. Estas han de tener una doble vertiente. Por un lado, las políticas a largo plazo deben tener en cuenta las necesidades de Ucrania para su defensa y su recuperación. Sin embargo, e igualmente importante, han de estar orientadas a definir futuras políticas destinadas a reforzar el papel de la Unión en el mundo después de esta crisis geopolítica: ¿qué tipo de reformas tendremos que llevar a cabo en las instituciones de la Unión y en nuestra política hacia los países vecinos del Este, incluida la propia Rusia?

El PPE, como partido que representa los valores europeos fundamentales, tiene que asumir un papel de liderazgo en los debates políticos de la Unión en este momento crucial. Ahora existe la posibilidad de introducir cambios profundos y estructurales en los futuros acontecimientos estratégicos del conjunto del continente europeo, incluida la propia Unión y también sus vecinos del Este.

El presente documento de posición se ha elaborado como continuación del documento de  «La Hulpe» del PPE, aprobado en la fase inicial de la guerra. Ayudó al PPE a contar con unas líneas políticas claras sobre las cuestiones «bélicas» más importantes en aquel momento, y nos permitió asumir el liderazgo político a la hora de adoptar las decisiones que la Unión necesitaba adoptar en ese período de tiempo.

Este documento es un intento de pasar de las reacciones y medidas trascendentales a un planteamiento más sistémico de la política y las decisiones. Dichas decisiones estratégicas se precisan tanto para «nuestra» victoria en la guerra como para las transformaciones futuras necesarias, tanto dentro de la Unión como en la parte oriental del continente europeo.

PRINCIPALES OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

Este documento se centra en tres grandes objetivos que la Unión debe alcanzar tanto durante esta guerra como después de ella:

  1. La victoria militar de Ucrania es también «nuestra» victoria.  La derrota militar de Rusia y Putin es una vía de cara a abrir nuevas oportunidades de transformación para la propia Rusia.
  2. Cuando termine la guerra, la Unión tendrá que transformarse para salir reforzada de esta crisis geopolítica: las principales prioridades deberían ser la ampliación de la Unión y las reformas de sus instituciones, así como la adopción de una política diferente de la Unión con respecto a Rusia.
  3. La defensa de la democracia tiene que convertirse en una prioridad clara dentro de la estrategia geopolítica de la Unión. Debería empezar con una estrategia sobre el modo en que la Unión ayudará a Rusia y Bielorrusia (tras la guerra y la derrota de Putin) en su transformación de países posimperiales agresivos a Estados donde los ciudadanos tengan la posibilidad de llevar un tipo de vida normal, digno y europeo.

COMPONENTES PRIMORDIALES DE LA ESTRATEGIA SISTÉMICA

1. FIN DE LA GUERRA Y ENTREGA DE ARMAS

El fin de la guerra y la victoria de Ucrania dependerán de tres factores primordiales:

  1. La capacidad de Ucrania para mantener su «potencial bélico» (militar, civil, económico y financiero, psicológico y emocional);
  2. La voluntad política a largo plazo de Occidente para movilizar y ayudar a Ucrania en la medida necesaria para alcanzar la victoria: en primer lugar, mediante las entregas de armas, pero también con sanciones dolorosas y a largo plazo contra la economía rusa y el potencial de su industria militar;
  3. La posibilidad del colapso total de Rusia, tanto militar como político, provocado por el éxito de Ucrania en la guerra.

La Unión tiene la posibilidad de influir en esos factores en distinta medida:

El factor a) (voluntad política y moral de los ucranianos) depende principalmente de los propios ucranianos. Siguen manteniendo alta la moral y la movilización política de su sociedad para ganar la guerra. La Unión puede ayudar a mantener elevada la moral ucraniana haciendo gala de una solidaridad continua, no solo en cuestiones militares, sino también prestando ayuda humanitaria mediante la asistencia a millones de desplazados internos; ayudando a las autoridades locales ucranianas a reparar las infraestructuras sociales y energéticas a tiempo para el invierno; etc.

El factor c) (colapso de Rusia) puede hacerse realidad si Occidente deja de enviar señales erróneas a Putin. Debemos dejar de dar motivos para esperar que alguien en Occidente se encargará de lavar la imagen de Putin en el caso de que Ucrania consiga seguir infligiendo derrotas a las fuerzas militares rusas con la misma eficacia que exhibieron en la región de Járkov, cerca de la ciudad de Izium o en la región de Jersón. Aparte de esto, hay que tener en cuenta que, a medida que pase el tiempo, las sanciones de Occidente (incluida la Unión) tendrán un efecto cada vez mayor en la economía rusa y en su capacidad para fabricar nuevas armas.

Está claro que el factor b) (entrega de armas) es el más importante y crucial para poner fin a la guerra en un futuro próximo. Los ucranianos han demostrado que pueden derrotar al ejército de Putin; que el ejército ruso no tiene capacidad para resistir la voluntad nacional ucraniana y la tecnología militar occidental. Todo lo relacionado con el fin de la guerra depende únicamente de la voluntad política de Occidente de proporcionar a Ucrania armas de la calidad y en la cantidad que los ucranianos necesitan. Esta es la única variable entre los tres factores (voluntad política ucraniana, apoyo militar de Occidente, debilidad militar de Rusia) que depende directamente de la voluntad política occidental. La dimensión del apoyo militar occidental es lo que condiciona de forma decisiva el momento en que Ucrania logrará la victoria militar y poner fin a la guerra. Nuestras decisiones en relación con la entrega de armas determinarán cuándo se pondrá fin a la tortura y la matanza de personas y niños ucranianos inocentes.   

En la actualidad, el suministro de armas a Ucrania se sustenta predominantemente en la capacidad de Estados Unidos y Gran Bretaña. La Unión debe reconocer que el apoyo que presta en este ámbito es considerablemente inferior. La Unión debe dejar de limitarse a pedir a los Estados miembros que entreguen lo que sean capaces de encontrar en sus almacenes o depósitos militares y elabore un nuevo planteamiento sistémico. Los tres instrumentos políticos han de estar interconectados de manera efectiva: 1. Las finanzas de la Unión (a la escala necesaria para una mayor producción y entrega de armas); 2. Aumento de la producción de armas por parte de las industrias militares de la Unión; y 3. Las necesidades reales de armamento moderno de los ucranianos para alcanzar la victoria.

Por ello, la Unión debe evaluar con claridad hasta dónde llegarán las necesidades militares ucranianas para 2023 en términos financieros. Por otra parte, tenemos que cubrir esas necesidades al mismo nivel que Estados Unidos, que en 2022 destinó 50 000 millones de euros a las necesidades militares de Ucrania (25 000 millones únicamente a la entrega de armas). Tan solo Gran Bretaña destinó 4 000 millones de euros para armamento, mientras que la Unión apenas consiguió reunir 5 600 millones de euros para armas (2 500 millones de euros a través del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz y 3 100 millones de euros adicionales a través de las entregas de los distintos Estados miembros). 

Las sanciones a Rusia están desempeñando un papel importante para debilitar el potencial militar del país. Así ocurre, por ejemplo, con las sanciones que prohíben a Rusia acceder a los productos occidentales modernos de alta tecnología y las que excluyen a Rusia de los mercados mundiales. Occidente tiene que repetir constantemente que estas sanciones estarán vigentes hasta que el último soldado ruso salga de los territorios ocupados de Ucrania y hasta que Rusia acepte sufragar las reparaciones para cubrir todos los daños sufridos por Ucrania. De este modo, se enviará una señal a la élite política y empresarial que rodea a Putin de que no es posible volver a «hacer como si nada» con Occidente mientras se siga aplicando la política de Putin.

2. FINANCIAR LA GUERRA DE DEFENSA

Es evidente que, para ganar la guerra contra el agresor ruso, tanto los esfuerzos ucranianos como los «nuestros» requieren una financiación adecuada. Nadie puede ganar una contienda si las «finanzas de la guerra» no están resueltas de una forma sistémica.

Las «finanzas de guerra para Ucrania» abarcan tres temas que se incluyen dentro del ámbito de este documento: a) financiación sistémica de las entregas de armas; b) financiación sistémica del Estado ucraniano durante la guerra; c) financiación sistémica de la reconstrucción de Ucrania, a corto y largo plazo.

Las necesidades financieras de Ucrania que debemos tener en cuenta en 2023 y más allá comprenden lo siguiente:

a) Finanzas para la entrega de armas. Los expertos calculan que cada día de combates intensos, Ucrania pierde o gasta equipamiento militar por valor de 400 millones de euros. Esto significa que, solamente para recuperar su capacidad militar en 2023, Ucrania necesitará nuevos equipos militares por valor de entre 100 000 y 140 000 millones de euros. Si la Unión estuviera dispuesta a asumir la mitad de esa responsabilidad, le costaría entre 50 000 y 70 000 millones de euros a lo largo de 2023 (una cifra muy similar al coste asumido por Estados Unidos a lo largo del año 2022).

b) Apoyar el funcionamiento del Estado de Ucrania. Para una financiación adecuada de sus funciones estatales esenciales (escuelas, hospitales, etc., excluido el gasto militar), en 2022, el Estado ucraniano necesitó en torno a entre 5 000 y 7 000 millones de euros de ayuda financiera exterior cada mes (evaluación del FMI). En 2023, necesitará unos 3 000 millones de euros al mes. Esto significa que, a lo largo de 2023, Ucrania necesitará unos 36 000 millones de euros de ayuda financiera exterior solamente para mantener el Estado en funcionamiento (la Unión tiene que aportar la mitad, 18 000 millones de euros durante 2023). En 2022, la Unión acordó conceder a Ucrania una ayuda macrofinanciera exterior de 9 000 millones de euros. Sin embargo, cada tramo llegó como una decisión ad hoc del Consejo de la Unión Europea, acompañada de largas, dolorosas y poco fructíferas conversaciones internas en el seno de la Unión (y parece que 3 000 millones de euros, de los 9 000 comprometidos, no se llegarán a entregar durante 2022).  Las perspectivas de cómo obtendrá Ucrania esa ayuda financiera de la Unión y el G7 a lo largo del próximo año tienen que estar absolutamente claras. El 9 de noviembre de 2022, la Comisión aprobó un paquete de ayuda financiera a Ucrania en 2023. Este paquete, aprobado mediante procedimiento de urgencia por el Parlamento el 24 de noviembre de 2022, contiene la ayuda macro financiera  plus para proporcionar 18 000 millones de euros en ayuda financiera a Ucrania en 2023. Confiamos en que el Consejo de la Unión Europea apoye esta decisión por unanimidad y que el G7 aporte el resto de los fondos necesarios.

c) La reconstrucción de Ucrania después de la guerra. El denominado «Plan Marshall para Ucrania» está siendo objeto de una atención internacional cada vez mayor. Se han organizado y se organizarán diversas conferencias internacionales sobre este tema. Por ahora, aún sigue habiendo muchas cuestiones que acordar: ¿Quién asumirá la coordinación de todo el proyecto y quién lo dirigirá? ¿Cómo se gestionará el conjunto del proyecto? ¿Cómo se puede sincronizar todo el proyecto de reconstrucción con la incorporación de Ucrania a la Unión? ¿Cómo se puede iniciar la reconstrucción y reparación de las infraestructuras más importantes ya antes de este invierno? ¿Cómo se pueden evaluar las necesidades reales de reconstrucción a largo plazo en términos financieros? Por último, la pregunta más importante: ¿De dónde saldrá el dinero? ¿Qué tipo de instrumentos financieros se utilizarán? En la actualidad, diversos expertos calculan que el coste de la reconstrucción oscilará entre 350 000 millones de euros (expertos de la Unión) y 750 000 millones de euros (expertos ucranianos).

Es muy evidente que Ucrania no podrá ganar la guerra, financiar el Estado durante la guerra y financiar la reconstrucción después de la guerra sin la debida ayuda financiera de Occidente.

Por tanto, la Unión y otros socios del mundo democrático (G7, etc.) tienen la obligación de elaborar un plan claro y sistemático sobre cómo hacer frente a esos desafíos financieros. Para conseguir un planteamiento sistemático, tenemos que comenzar por una evaluación sistemática de las «finanzas de guerra para Ucrania» en 2023 y más allá. Como se ha expuesto anteriormente, harán falta al menos entre 500 000 y 600 000 millones de euros para 2023 y años posteriores, con una previsión aproximada de que la Unión tendrá que asumir al menos la mitad de ese desafío financiero. Una parte puede cubrirse embargando los activos sujetos a sanciones del Banco Central de Rusia y de los oligarcas rusos, pero se tardará bastante tiempo en ultimar todos los procedimientos jurídicos necesarios. Sin embargo, una gran parte del dinero se necesita de forma inmediata.

La guerra en varios frentes que lleva a cabo Putin ha planteado nuevos retos financieros a la Unión. Putin no solo ha cometido una agresión militar contra Ucrania, sino que también ha iniciado la «guerra energética» contra toda la Unión. Así pues, además de la necesidad de gestionar las «finanzas de guerra para Ucrania», necesitaremos recursos financieros suplementarios para hacer frente a los retos de esta «guerra energética».

Todo el continente europeo está asistiendo a una crisis geopolítica sin precedentes, con la guerra militar del Kremlin en Ucrania y la «guerra energética» del Kremlin contra la Unión. Esta guerra se saldará con la tragedia de la pérdida de vidas humanas, un exceso de gasto militar, la destrucción de infraestructuras sociales en Ucrania y una recesión en las economías europeas. Con el fin de superar estos retos, la Unión tendrá que movilizar una cantidad considerable de recursos financieros nuevos y ya existentes, al igual que hizo durante la crisis causada por la pandemia. Durante la pandemia, la Unión decidió movilizar diversos instrumentos y flexibilidades del presupuesto de la Unión y también creó otros nuevos, como SURE o NextGeneration EU . Estas iniciativas resultaron extremadamente útiles para superar la crisis de la pandemia.

Está claro que, dadas las limitaciones del actual marco financiero plurianual durante esta crisis geopolítica, la Unión y sus Estados miembros tendrán que asignar nuevos recursos financieros suplementarios a gran escala. En su Comunicación sobre ayuda a Ucrania y reconstrucción del país, del 18 de mayo de 2022, la Comisión Europea habla del Mecanismo Rebuild Ukraine como un posible nuevo instrumento financiado por la Unión dedicado de forma específica a dotar de fondos el esfuerzo de reconstrucción y la armonización de la economía de Ucrania con la de la Unión, y señala que «dada la magnitud de los préstamos que probablemente serán necesarios, las posibilidades incluyen la obtención de fondos para préstamos en nombre de la UE o con garantías nacionales de los Estados miembros». Cualquier futura «contribución de la UE a la reconstrucción de Ucrania» tiene que complementarse y combinarse con las flexibilidades y recursos disponibles en el presupuesto de la Unión y la revisión intermedia del marco financiero plurianual vigente.

Además de esto, la Unión tiene que idear los instrumentos jurídicos y presupuestarios necesarios para utilizar los activos congelados del Banco Central de Rusia (en especial, el oro) para financiar los esfuerzos de ayuda y reconstrucción. Si se transfieren a un mecanismo de recuperación ucraniano creado de forma conjunta por la Unión, los donantes internacionales y Ucrania, esos activos podrían afectar de manera significativa al programa de recuperación ucraniano.

3. PERSPECTIVA DE PERTENENCIA A LA UNIÓN (y a la OTAN)

La guerra de Rusia contra Ucrania y las victorias militares de las Fuerzas Armadas ucranianas están cambiando la estrategia geopolítica de la Unión. Tras el reciente discurso sobre el Estado de la Unión a cargo de Ursula von der Leyen (14 de septiembre de 2022) y el discurso «Europa es nuestro futuro» del canciller alemán Olaf Scholz en la Universidad Karl de Praga (29 de agosto de 2022), ha quedado claro que Ucrania (junto con Moldavia, Georgia y los países de los Balcanes Occidentales) podrían convertirse en miembros de la Unión a lo largo de esta década.

Para conseguirlo, se necesita un ambicioso programa de integración por ambas partes, tanto la Unión como los países candidatos.

La política de ampliación del PPE con respecto a Ucrania debería centrarse en los siguientes puntos:

  • Las negociaciones de adhesión mantenidas con Ucrania y Moldavia (y, posiblemente, Georgia) deben iniciarse sin demora, lo antes posible.
  • Las negociaciones con Ucrania (Moldavia, Georgia) y las ambiciosas reformas acometidas en estos países deben continuar durante los próximos tres a cuatro años, hasta que las negociaciones de adhesión finalicen con éxito. Las negociaciones de adhesión duraron el mismo tiempo en el transcurso de la ampliación denominada «Big Bang» de la Unión a Europa Central y los Estados bálticos en 2004. Ucrania, Moldavia y Georgia llevan aplicando acuerdos de asociación muy ambiciosos desde 2014; por ello, su predisposición a entablar negociaciones es alta.
  • La Unión, así como los países candidatos Ucrania, Georgia y Moldavia, deben estar preparados para su integración en el mercado único de la Unión antes de 2025. Esto reportaría beneficios económicos inmediatos de la integración europea a los ciudadanos de los países candidatos.
  • El PPE debería adoptar una postura de liderazgo y ejercer una defensa activa de las reformas en cuanto a la toma de decisiones y reformas institucionales de la Unión necesarias para preparar a la Unión para la ampliación. La ampliación de la Unión es demasiado importante desde un punto de vista geopolítico como para que no esté preparada con sus propias reformas institucionales y de toma de decisiones. Este aviso se reiteró en distintas ocasiones en las Resoluciones del Parlamento Europeo y se recalcó en el informe final y en las propuestas de la Conferencia sobre el Futuro de Europa. Por tanto, el PPE debería apoyar el Convenio, que preparará los cambios necesarios en los Tratados de la Unión.

La OTAN y Ucrania

Los soldados y líderes políticos ucranianos han exhibido hasta ahora un valor y unas capacidades militares excepcionales. Han situado a Ucrania en una posición de liderazgo militar entre las democracias del continente europeo. También está claro que el potencial y las capacidades militares ucranianas reforzarían el poder militar de la OTAN en el continente europeo en el caso de que Ucrania se incorporase a esta organización.

Hasta ahora, la agresiva oposición del Kremlin era el principal obstáculo a la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas. La lógica de Rusia basada en su oposición a la ampliación de la OTAN ha dejado de ser válida desde la incorporación de Suecia y Finlandia. Por otra parte, la victoria de Ucrania en la guerra contra la agresión rusa relegará los argumentos del Kremlin a la absoluta irrelevancia. Con su victoria militar, Ucrania se ganará el derecho a elegir libremente sus acuerdos de seguridad. Occidente debe respetar las decisiones de Ucrania porque antes hacía caso omiso a las peticiones de garantías occidentales que preservasen su seguridad, y esa fue la razón por la que Ucrania fue objeto de la agresión rusa.

Es posible que Occidente no tome ninguna decisión formal con respecto a las garantías de seguridad de Ucrania ni acerca de su ingreso en la OTAN hasta que finalice la guerra, pero el PPE debería prepararse para asumir el liderazgo político en estas conversaciones geopolíticas de la máxima importancia, y debería estar preparado para apoyar a Ucrania en la defensa de sus intereses vitales (también de los europeos) con el fin de garantizar la seguridad de Ucrania en el futuro.

La Cumbre de la OTAN, que tendrá lugar en Vilna el año próximo, será una buena oportunidad para que todos los Estados miembros de la Unión elogien a las Fuerzas Armadas de Ucrania por ser en la práctica el ejército más fuerte de Europa y alaben la disposición de Ucrania a seguir defendiendo los valores europeos después del fin de la guerra.  Será también una buena oportunidad para abordar nuevas garantías de seguridad para Ucrania (incluida la posibilidad de su pertenencia a la OTAN).

4. PAZ EN EUROPA A LARGO PLAZO – NO «HACER COMO SI NADA» CON PUTIN
(estrategia a largo plazo de la Unión con respecto a Rusia y Bielorrusia):

En la reciente Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid se hizo un anuncio muy claro: la Rusia autoritaria actual es la mayor amenaza para la seguridad y la paz en el continente europeo. De esta declaración puede extraerse una sencilla conclusión: Europa sería un lugar mucho más seguro y pacífico si Rusia regresara a la senda de un desarrollo más democrático y más de tipo europeo.

Hay muchos factores diferentes a tener en cuenta para determinar si Rusia puede convertirse en un Estado democrático en un futuro cercano, pero el más importante es la victoria militar de Ucrania contra la invasión rusa. Esta situación abriría una vía de oportunidades para la transformación de Rusia. Por ello, tenemos que entender que la guerra de Ucrania contra la invasión rusa tiene un significado mucho más amplio: la guerra puede también llevar transformaciones positivas a Rusia y traer mucha más seguridad al continente europeo. Es además una nueva razón por la que tenemos que considerar esta guerra como «nuestra».

Otro factor importante para las perspectivas de una Rusia democrática es que las capitales occidentales entiendan con claridad que Rusia puede convertirse en una democracia. Por otra parte, también es fundamental que Occidente exprese una firme voluntad política de no retomar el planteamiento de «hacer como si nada» con Putin, aun cuando logre conservar el poder durante algún tiempo tras la derrota rusa en la guerra. La tradición occidental de «hacer como si nada» con Putin (sin tener en cuenta su historial criminal) es lo que tentó a este último a mostrarse cada vez más agresivo y, al final, creó las condiciones para que el régimen del Kremlin se convirtiera en un nuevo régimen fascista.

Por ese motivo resulta tan importante que exista una clara voluntad política por parte de la comunidad occidental de llevar ante la justicia internacional los crímenes de guerra de Rusia. La Unión tiene que asumir el liderazgo a la hora de impulsar la lucha contra la impunidad de la agresión rusa y proponer la creación de un Tribunal Internacional especial para que Rusia rinda cuentas por la agresión criminal contra Ucrania. Dicho Tribunal Especial para el Crimen de Agresión llevará inmediatamente a las más altas autoridades de Rusia, incluido el propio Putin, a rendir cuentas con la justicia en un escenario internacional. Por este motivo, el Tribunal Internacional Especial para el Crimen de Agresión es diferente del tribunal de la Corte Penal Internacional, el cual comenzó a investigar los crímenes de guerra cometidos por soldados rusos en Bucha, Irpin e Izium.

La creación de este Tribunal Especial para el Crimen de Agresión enviará inmediatamente una señal muy clara tanto a la sociedad rusa como a la comunidad internacional de que Putin puede ser condenado por sus crímenes de guerra. Del mismo modo, la creación de un tribunal de este tipo enviaría una clara señal a la élite política y empresarial rusa de que no hay forma de que Rusia, bajo el liderazgo de Putin, vuelva a «hacer como si nada» con Occidente. También enviará un mensaje claro a algunos de los líderes occidentales de que ya no es posible «hacer como si nada» o continuar dialogando en mitad de la contienda con un criminal de guerra en potencia como es Putin. 

Dialogar con Putin, que durante mucho tiempo antes de la guerra fue una prioridad para algunos líderes occidentales, ha resultado ser un gran error geopolítico. Sería un error aún mayor intentar mantener ese diálogo con Putin ahora que su régimen está llevando a cabo una guerra criminal y persigue a cualquier persona en Rusia que tenga una opinión diferente acerca del crimen que representa esta agresión bélica.

Lo mismo se debe decir del dictador de Bielorrusia, Lukashenko. No puede haber dudas de que con él, tampoco es posible volver a ningún tipo de diálogo o de «hacer como si nada».

Para la Unión, es mucho más importante reforzar el diálogo con la oposición democrática en Rusia y Bielorrusia. La Unión tiene que demostrar que la protección de la democracia y la ayuda a la transformación democrática, incluida la «desputinización» de las sociedades de esos países, es una prioridad real para ella. El PPE debe situarse en la vanguardia de esta política de la Unión. La Unión debe, asimismo, establecer diversas plataformas y focos de democracia para facilitar el diálogo entre sus instituciones y las fuerzas democráticas rusas/bielorrusas.

La Unión debe reforzar drásticamente el diálogo con los demócratas de esos países al mismo tiempo que pone fin de inmediato al diálogo con Putin o Lukashenko.

En la esfera institucional, la Unión debe empezar a elaborar estrategias para su futura relación con la Rusia y la Bielorrusia democráticas. A la Rusia democrática se le debería ofrecer la perspectiva de llegar a acuerdos con la Unión sobre libre comercio, exención de visado, asociaciones dirigidas a la modernización, etc. Al igual que a Ucrania, a una Bielorrusia democrática se le debería ofrecer la posibilidad de incorporarse a la Unión en el futuro. La Unión debe anunciar estas estrategias ya, sin esperar a que se produzcan las transformaciones.

5. LA «GUERRA INVERNAL DE PUTIN» – LA GUERRA CONTRA LA UNIÓN

Aunque Putin está perdiendo claramente en Ucrania, aún tiene esperanzas de ganar la «guerra invernal» contra la Unión congelando la voluntad de esta de respaldar a Ucrania y de desprenderse de su propia dependencia del gas y el petróleo ruso.

El objetivo de Putin es mantener los precios del gas y la energía en la Unión en niveles nunca antes vistos con el fin de desencadenar un clima de malestar social y político en toda la Unión.

La estrategia de la «guerra invernal de Putin» es evidente: se está aprovechando de los errores estratégicos que la Unión ha cometido en el pasado. El mayor error de algunos Estados miembros de la Unión fue acumular una enorme dependencia de los suministros de energía rusos. No obstante, con independencia de los errores colectivos o individuales cometidos en el pasado, la Unión necesita ahora disponer de una estrategia clara sobre cómo ganar esta «guerra invernal de Putin».

Nuestra estrategia para la victoria en esta guerra debe basarse en los siguientes puntos (a corto y largo plazo):

  • tenemos que acordar y poner en práctica medidas rápidas en el ámbito de la Unión, que resultan necesarias para la estabilización durante este invierno; a lo largo de la pandemia, conseguimos paliar las amenazas que esta representaba para nuestras economías y nuestra población; del mismo modo, podemos gestionar y paliar las amenazas de la «guerra invernal de Putin» para nuestras economías y nuestros conciudadanos;
  • tenemos que declarar inmediatamente que no se volverá a «hacer como si nada» con respecto a al «gas y petróleo de Putin», ni siquiera después de la guerra. La Unión está haciendo las cosas bien para independizarse del gas ruso: si, antes de la guerra, la Unión importaba de Rusia el 41 % del gas, ahora solo importa el 7 %;
  • tenemos que ser aún más ambiciosos en la puesta en marcha del Pacto Verde: generación de electricidad procedente de fuentes renovables, MAFC ecológico sobre las importaciones desde Rusia; hidrógeno verde (supresión de las importaciones de hidrógeno «sucio» procedentes de Rusia); en última instancia (en torno a 2040), esto obligará a Rusia a aplicar reformas de gran alcance en la estructura de su economía, lo que a su vez traerá consigo una transformación de la arquitectura política rusa.

​​​​​​6. IMPACTO DE LA CRISIS GEOPOLÍTICA: ¿CÓMO FORTALECER A LA UNIÓN EN EL PLANO GEOPOLÍTICO?

Todo el mundo conoce la famosa afirmación de Jean Monnet: la comunidad europea se creará durante las crisis. Existen numerosas pruebas históricas y recientes de que Monnet tenía razón cuando predijo que la comunidad europea se reforzaría después de cada crisis.Ya es hora de que la Unión analice la manera de salir reforzada de esta crisis geopolítica excepcional.

Con ese propósito, la Unión debe identificar y posteriormente evaluar los errores geopolíticos cometidos en el pasado que han dado lugar a esta crisis geopolítica.

Algunos de ellos son muy evidentes. En primer lugar, fue un error que la Unión quisiera acomodar a Putin a cualquier precio, a pesar de la clase de delitos que estaba cometiendo. Este apaciguamiento se basaba en la percepción muy extendida en la Unión de que no es posible llevar la democracia a Rusia; por tanto, la Unión tiene que adaptarse a una Rusia nuclear, agresiva y autoritaria. En segundo lugar, fue un error no ofrecer a Ucrania una perspectiva real de incorporación a la Unión porque esta última temía una reacción airada por parte del Kremlin. Esto generó en el Kremlin la ilusión de que Occidente no defendería a Ucrania en caso de invasión. 

Como admitió recientemente (5 de octubre de 2022) de forma honesta y valiente el Alto Representante, Josep Borrell, en los comentarios realizados durante los debates del Parlamento Europeo sobre la guerra de Rusia contra Ucrania:

 «Esto [los recortes drásticos en las importaciones de gas ruso por parte de la Unión] es algo extraordinario que hará que nos libremos de la dependencia energética de Rusia, que era la principal limitación de nuestra política exterior hacia Rusia y, por consiguiente, de nuestra política exterior en general, que incluía a Ucrania. De hecho, no hemos tenido una política exterior con respecto a Ucrania, porque era dependiente de nuestra política con respecto a Rusia, y esta última, a su vez, era dependiente de nuestra política energética y estaba condicionada por ella. Ahora tendremos una política clara con respecto a Ucrania, que está dominada por la voluntad y el deseo de que Ucrania se convierta en miembro de la Unión Europea. Una política con un objetivo claro, que será posible porque ya no sufriremos esta dependencia de Rusia».

Estas palabras denotan una clara comprensión del tipo de errores geopolíticos que estábamos cometiendo en nuestra actitud hacia Ucrania y Rusia, y del tipo de estrategias geopolíticas que tenemos que empezar a aplicar ahora.

A partir de estas conclusiones acerca de las lecciones aprendidas y de la experiencia de esta guerra, queda claro cuáles son los pasos estratégicos que debe seguir la Unión:

  • La Unión tiene que dejar de depender de los recursos energéticos de Rusia y, de este modo, dejar de temer a Putin. No podemos dejarnos chantajear por las amenazas nucleares del Kremlin. Ese tipo de debilidad permanente únicamente provoca a Putin. La Unión tiene que invertir en la defensa de la democracia y en ayudar a la transformación democrática de Rusia a través de una estrategia clara.
  • La Unión tiene además que aplicar una ambiciosa estrategia de ampliación hacia Ucrania, Moldavia, Georgia y los Balcanes Occidentales. Solamente de esta forma  podrá atender sus relaciones de vecindad, que es su principal responsabilidad, si quiere reforzar su autonomía estratégica.
  • La Unión necesita reformarse para adquirir una mayor fuerza geopolítica: la política exterior de la Unión tiene que «europeizarse» mucho más y las decisiones deben adoptarse mediante votación por mayoría cualificada.
  • La Unión debe estar dispuesta a gastar mucho más (al menos mientras se esté librando una guerra en el continente europeo) para incrementar la producción de sus industrias militares.

*****************

CONCLUSIONES: 10 PUNTOS
(Versión abreviada del documento de posición del Grupo PPE)

La guerra de Rusia contra Ucrania se inició hace ya más de ocho meses. Ucrania está demostrando un valor increíble defendiéndose a sí misma y a toda la Unión. La ayuda de la Unión a Ucrania ha tenido un papel muy importante desde el principio mismo de la guerra. Es probable que la guerra se prolongue. Por tanto, la Unión debe estar preparada para una perspectiva temporal de mayor duración implantando respuestas sistémicas apropiadas a los retos que la guerra plantea al continente europeo.
 

  1. El final de la guerra y la victoria de Ucrania (con la liberación total de sus territorios) dependen únicamente de la cantidad y la calidad de las armas suministradas por Occidente. Cuanto antes se entreguen más armas, antes llegará la paz;
  2. Las sanciones están debilitando las capacidades militares de Rusia, y se deben mantener hasta que se libere la totalidad del territorio ucraniano y Rusia acepte sufragar todas las reparaciones;
  3. Los países de la Unión y del G7 deben elaborar urgentemente una estrategia sistémica destinada a financiar la defensa y la supervivencia de Ucrania: entregas de armas (se necesitan 100 000 millones de euros en 2023); funcionamiento del Estado ucraniano (se necesitan 36 000 millones de euros en 2023), reconstrucción de Ucrania (se necesitan 350 000 millones de euros a partir de 2023). La Unión y sus Estados miembros tendrían que estar dispuestos a movilizar al menos 300 000 millones de euros en elevadas cuantías de fondos para cubrir las necesidades de Ucrania. Es necesario actuar de manera decidida y rápida, al igual que durante la pandemia. Podrían ser necesarios fondos suplementarios de la Unión e internacionales para hacer frente a la «guerra invernal de Putin» que se libra contra la Unión. La Unión y sus socios internacionales tienen que trabajar codo con codo para complementar sus esfuerzos mutuos;
  4. Después de conceder el estatuto de país candidato a Ucrania, la Unión tiene que avanzar sin demora: iniciar las negociaciones de adhesión sin retraso, lo antes posible, con el objetivo de concluir las reformas y negociaciones necesarias en un plazo de tres a cuatro años. El objetivo último es conceder a Ucrania (y a otros países candidatos) la adhesión a la Unión antes de que finalice esta década, siempre que los países en vías de adhesión pongan en marcha reformas ambiciosas. La integración en el mercado único de la Unión debe culminarse antes de 2025;
  5. La Unión debe acelerar sus reformas internas para preparar su próxima ampliación. La preparación y el éxito del Convenio de la Unión tendrán una destacada importancia geopolítica;
  6. Los futuros acuerdos de seguridad para Ucrania serán muy beneficiosos para el conjunto de la Unión.  Por ese motivo, los Estados miembros y la OTAN deben estar preparados para ofrecer garantías de seguridad a Ucrania después del final de la guerra. Ucrania merece estas garantías. Además, por el hecho de contar con la fuerza militar más experimentada del continente europeo, Ucrania puede aportar mucha más seguridad al conjunto de Europa;
  7. La Unión tiene que demostrar que no va a seguir «haciendo como si nada» con respecto a Putin. La Unión podría mostrar una postura firme iniciando de forma conjunta la creación de un Tribunal Internacional Especial para investigar el crimen de agresión bélica cometido. Esto permitiría iniciar una investigación legal sobre la responsabilidad de Putin en la comisión de crímenes de guerra;
  8. La Unión debe dejar de dar prioridad a la necesidad de un «diálogo con Putin», ya que eso supondría dialogar con un criminal de guerra en potencia; al mismo tiempo, debe intensificar su diálogo con la oposición democrática en Rusia. Ese diálogo debe llevarse a cabo en un marco institucional estable. Se deberían dar estas mismas oportunidades a la oposición bielorrusa. Así es como la Unión debe redoblar su lucha en defensa de la democracia;
  9. Es necesario que la Unión tenga estrategias claras a corto y largo plazo sobre cómo ganar esta «guerra invernal» que Putin está llevando a cabo contra toda la Unión. Se precisan medidas rápidas en el ámbito de la Unión destinadas a estabilizar la situación. La Unión también tiene que declarar que no se seguirá «haciendo como si nada» con respecto al «gas y petróleo de Putin», ni siquiera una vez finalizada la guerra. Una aplicación más ambiciosa del Pacto Verde es una solución adecuada a esta crisis geopolítica y una estrategia ganadora en la «guerra invernal de Putin»;
  10. La Unión tiene que salir reforzada geopolíticamente de esta crisis geopolítica. La Unión tiene que analizar con honestidad los principales errores geopolíticos cometidos en el pasado que han dado lugar a esta crisis. La Unión tiene que dejar de temer a Putin porque es precisamente esta debilidad lo que le espolea. La Unión ha de tener una estrategia de ampliación mucho más ambiciosa, sobre todo con respecto a Ucrania. La Unión tiene que «europeizar» su política exterior y de seguridad, y hacer uso de la votación por mayoría cualificada. La Unión tiene que ser capaz de recaudar muchos más fondos durante la guerra e invertirlos en incrementar la producción de sus industrias militares.

Contenido relacionado