Selecciona un país
Selecciona tu país para seguir las noticias de tus eurodiputados locales:
Los países a continuación no publican contenido en tu idioma. Selecciona un país si deseas seguir las noticias en inglés u otros idiomas nacionales:
Idioma seleccionado: Español
¿Qué estás buscando?
26.11.2024
No dijo que no
Aviso importante
Este documento ha sido traducido automáticamente.
Un hombre arrebata un teléfono a una mujer. En el juicio, su defensa es: "Ella no dijo que no". Es declarado culpable. Un hombre viola a una mujer. En el juicio, su defensa es la misma: "Ella no dijo que no". El hombre puede salir libre. Así es, en esencia, como están las cosas en 13 países de la Unión Europea. Esta inquietante realidad sustenta casos como el de Gisèle Pélicot, una mujer francesa que fue drogada y violada repetidamente por su marido y más de 50 personas en su casa durante diez años. Increíblemente, sus agresores pudieron quedar impunes.
¿Cómo es posible? Es terriblemente sencillo. Francia se encuentra entre los Estados miembros de la UE que se resistieron a establecer el consentimiento como piedra angular de la definición de violación de la Directiva de la Comisión Europea. En su lugar, la legislación francesa define la violación como cualquier acto sexual cometido "mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa". Sin esa vital referencia explícita al consentimiento, la ley ofrece a las mujeres una protección endeble y poco fiable.
La legislación francesa define la violación como todo acto sexual cometido "mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa". Sin esta referencia explícita al consentimiento, la ley ofrece a las mujeres una protección endeble y poco fiable.
¿Cuál es el resultado? Que aunque las violaciones son frecuentes -en Francia se registraron 25.000 violaciones denunciadas el año pasado-, las condenas siguen siendo escasas. En el caso de Gisèle Pélicot, sus agresores fueron condenados únicamente gracias a las cintas de vídeo encontradas en posesión de su marido y a su propia confesión. Sin estas pruebas, el sistema jurídico habría hecho alarmantemente fácil afirmar: "Ella no dijo que no".
Algunos pueden argumentar que "no" es sólo una palabra, pero las cifras cuentan una historia aleccionadora. Las autoridades francesas registraron 114.000 víctimas de violencia sexual el año pasado, incluidas esas 25.000 violaciones denunciadas. Sin embargo, los expertos creen que estas cifras son conservadoras, ya que la mayoría de las violaciones no se denuncian por falta de pruebas. En los casos de violación, a menudo es difícil reunir pruebas tangibles. Sin el consentimiento incluido en la definición de violación, ¿es de extrañar que aproximadamente el 80% de las mujeres no presenten cargos?
Sin ese elemento de consentimiento, el 80% de las víctimas que sí presentan cargos ven cómo su caso es desestimado antes incluso de que se investigue. ¿Qué posibilidades tienen las mujeres cuando la definición de violación es estrecha, incoherente y abierta a la defensa de "no dijo que no"?
La ley de violación basada en el consentimiento ya existe en Alemania, Suecia y otros países europeos. Después de que Suecia la introdujera en su legislación en 2018, acompañada de una campaña para subrayar que "el sexo siempre es voluntario; si no, es un delito", las denuncias de violación se dispararon y las condenas aumentaron un 75%.
Seamos sinceros. Todos sabemos desde hace tiempo que la violación, uno de los delitos más atroces, no siempre la cometen desconocidos en la oscuridad a punta de pistola o cuchillo. Dos tercios de las violaciones ocurren en domicilios privados, a la luz y sin violencia evidente. Lo sabemos, pero siguen haciendo falta casos terribles como el de La Manada en España en 2016 y ahora el de Gisèle Pélicot en Francia para que este elemento vital del consentimiento aparezca en las portadas. A pesar de las abrumadoras pruebas y de la presión pública, los avances siguen siendo lentos. Los estereotipos de género profundamente arraigados, la dependencia económica y la falta de sistemas de apoyo, sobre todo en las zonas rurales, crean barreras para las víctimas que buscan justicia. El miedo al estigma y los inadecuados sistemas de denuncia hacen que más de dos tercios de las víctimas guarden silencio.
Dos tercios de las violaciones ocurren en domicilios privados, a la luz y sin violencia evidente. Lo sabemos, pero siguen haciendo falta casos terribles como el de La Manada en España en 2016 y ahora el de Gisèle Pélicot en Francia para que este elemento vital del consentimiento aparezca en las portadas.
Unas leyes universalmente aceptadas y basadas en una definición clara y consentida de la violación romperían ese silencio. Significaría que por fin podemos proteger adecuadamente a víctimas como Gisèle Pélicot y a las miles de otras víctimas que actualmente sienten que la ley, lejos de defenderlas, es una lotería y -por lo general- se enfrenta a ellas.
El Parlamento Europeo, junto con el Grupo PPE, se compromete a garantizar un futuro en el que el sufrimiento de ninguna mujer se encuentre con el silencio o la ambigüedad. Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, comprometámonos a acabar con la defensa de "ella no dijo que no". Todas las mujeres saben que el silencio no es consentimiento. No guardemos silencio al respecto.
Notas a los editores
El Grupo PPE es el grupo político más numeroso del Parlamento Europeo con 176 Miembros de todos los países
Coordinadora de la comisión
Jefe/a de Prensa para la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género y la Comisión de Peticiones
6 / 54