Las sanciones son la mejor baza que tenemos sobre Putin: no debemos renunciar a ellas

El panorama de la seguridad está cambiando rápidamente. Depende claramente de nosotros -los europeos- hacer una inversión generacional en nuestra seguridad. Depende de nosotros, los europeos, tomar la iniciativa en el apoyo a Ucrania. Está más claro que nunca: Tenemos nuestro futuro y nuestra seguridad en nuestras manos.
Una de las herramientas más poderosas a nuestra disposición siguen siendo las sanciones -económicas, financieras y políticas- que hemos impuesto al Estado agresor, Rusia. No crean a los propagandistas del Kremlin que intentan decirles que las sanciones no funcionan. Al contrario, las sanciones de la UE están funcionando: son una poderosa herramienta para frenar la agresión rusa y apoyar a Ucrania. Las sanciones no son sólo medidas económicas; limitan la capacidad de Rusia para financiar su maquinaria bélica y acceder a la tecnología y los componentes clave necesarios para fabricar armas. No se trata de algo abstracto: las sanciones están limitando el número de misiles, proyectiles y balas que Rusia puede producir y utilizar contra Ucrania. Las sanciones están salvando vidas.
Pero para que las sanciones sean realmente efectivas, debemos hacerlas cumplir, impedir que se eludan y evadan, y apuntar a los sectores críticos para la financiación de la guerra de agresión de Rusia. Aunque acabamos de adoptar el 16º paquete de la UE, ya deben comenzar los preparativos para el 17º. Uno de los retos más urgentes a los que nos enfrentamos es la elusión de las sanciones con la llamada "flota en la sombra".
Pero para que las sanciones sean realmente eficaces, debemos hacerlas cumplir, impedir que se eludan y evadan, y apuntar a los sectores críticos para la financiación de la guerra de agresión rusa.
Estos viejos buques, no asegurados y no regulados, permiten a Rusia seguir exportando petróleo, socavando el mecanismo de limitación de precios y proporcionando al Kremlin unos ingresos muy necesarios. La UE ya ha sancionado a más de 150 buques. Debemos intensificar su aplicación presionando a los Estados de abanderamiento para que den de baja a estos buques y colaborando con las organizaciones marítimas internacionales para reforzar las restricciones. De lo contrario, la "flota en la sombra" rusa será una catástrofe para la seguridad y el medio ambiente en el Mar Báltico.
Hemos dado pasos importantes en la dirección correcta, y debemos mantener el rumbo. Desde el inicio de la invasión a gran escala, el comercio entre la UE y Rusia se ha reducido en un 74%, pasando de 260.000 millones de euros en 2021 a 68.000 millones. Los ingresos rusos por la venta de petróleo han caído un 90%, mientras que las importaciones de gas de Rusia a la UE han descendido del 45% del mercado a sólo el 13%. La economía de guerra rusa se está reduciendo, la inflación aumenta, los tipos de interés han alcanzado el 21% y casi el 40% del gasto público ruso se destina ahora al ejército, canibalizando la economía civil. La pérdida estimada para la economía rusa debido a las sanciones ronda los 450.000 millones de dólares. En resumen, la economía rusa no es ni productiva ni sostenible. Debemos mantener la presión y no rendirnos, incluso cuando otros socios del G7 se planteen abandonar sus políticas de sanciones.
Las sanciones no son sólo una respuesta a una agresión activa; son una herramienta de presión a largo plazo. Por eso sería un grave error levantarlas prematuramente. Un posible alto el fuego no debe utilizarse como excusa para reducir la presión económica sobre Rusia. Al contrario, mantener e incluso aumentar las sanciones tras un alto el fuego garantizaría que Rusia rinda cuentas y carezca de recursos para reanudar su agresión en el futuro. Además, actualmente no hay indicios de que Rusia esté preparada para una paz duradera. Los objetivos bélicos de Rusia no han cambiado. Los objetivos bélicos de Rusia no han cambiado. Aún no hemos hecho lo suficiente para cambiar los cálculos de Putin.
Las sanciones no son sólo una respuesta a una agresión activa; son una herramienta de presión a largo plazo. Por eso sería un grave error levantarlas prematuramente. Un posible alto el fuego no debe utilizarse como excusa para reducir la presión económica sobre Rusia.
Por último, Rusia debe pagar directamente por sus crímenes de agresión: Europa debe confiscar varios cientos de miles de millones de euros en activos rusos congelados y utilizarlos para armar y reconstruir Ucrania.
Es de nuestro indiscutible interés ayudar a defender a Ucrania e impedir nuevos avances rusos. Las sanciones nos dan a nosotros y a nuestros amigos ucranianos una importante influencia: debemos aprovecharla al máximo manteniéndolas durante el tiempo que sea necesario, sea cual sea la presión externa e interna para levantarlas, con el fin de ayudar a conseguir una paz justa y duradera en Ucrania.
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